Oye que no hay manera.
No, no hay
gap ya
Yuri.
Al menos,
para mi,
ya,
no.
La prosa
tiene gap
per se.
La poesía no.
La música igual.
Se escribe música
para soslayar
la sobredosis
emocional que
nubla lo mental.
Bailar
más de lo
mismo.
El poeta ha liberado
al neocortex
de las heridas
del condicionamiento.
Emerge la autoridad
externa del
testigo mutador.
El lenguaje multicolor
post-turquesa
describe la holografía
fractal de lo emergente
más allá de sonidos
y resonancias.
Bytes léxicos construidos
desde its prototipales
que han evolucionando
en cuantos mutantes
hasta los bits arquetipales,
los protones del
lexigrama de 64K.
Mi poeta kósmico pone
letra al sonido gravitacional
del músico celta
y a la resonancia neutrínica
de la bailarina sufí.
El aroma del eros
tanatiza la fábula
de lo consciente
estratégico
El alba de lo cognitivo
es parido
y el naturalismo
poético
transmite
esa
nueva semántica
receptiva.
El poeta de
los cojones
es punta
de lanza
evolutiva
en el largo
camino
hacia
Oberón.
©Alf gauna, 2023