Escuchaba a los Indios Tabajara, en el cassette de 8 pistas del coche de papa.
You know,un Seat deportivo, lo más cool de los 70, en la españa Franquista. No tenía un duro, pero esas cosas de ser hijo rico, la abuelita se enrollaba.Yo iba acojonado, pues casi siempre iba cocido, subíamos el puerto de galapagar rumbo a Sanlo en dos ruedas. Sigo vivo, él murió hace mucho. La cirrosis y la diabetes se lo llevo.Yo aquí ando, gestionando lo propio y lo ajeno. Sí, genéticas, epigenéticas, trasngenaracionales, heridas de especie y kósmicas pre-bigbang. Cuando te das cuenta, despiertas a que eres el fairy de los otros. Sí, a lo Nicole Kidman en la peli de Amenabar, cuidando que haya siempre sombra en la casa para que sus niños no mueran de la extraña enfermedad que es la vida, hasta que un día se da cuenta que esta muerta. Toda una metáfora de la vida zombie que llevamos. La guitarrita de dichos indios versionaban , ahora se llaman covers, boleros de los panchos y musica sudamericana. Qué poco se usa ya eso de sudamerica. La xenofobia imperialista yanqui la invade todo, USA no existe sólo ellos son americanos. Viajando a Asturias a la casa del abuelo materno, arquetipo de hogar soñado, en las curvas de la Espina y con la Faria de papa soltando humo por doquier, me centraba en los ritmos latinos para no potar. Era un niño romántico, la bestia sexual dormía controlada en mis pantalones, ser heterosexual hambriento en una casa on violencia doméstica no cuadraba. Papa me mostraba el mundo de las putas y el adulterio, Mama las novelas rosas de Maria Luisa Linares y Rafael Perez y Perez. Yo cómo San Jorge mataba al Dragón del Violador que la transgenética paterna cincelaba en el adn. Freud y Jung, claramente dos gays con tensión sexual no resuelta entre ellos, controlaban intelectualmente el desbordamiento del ello, algo así cómo hacer una bukakke de esperma al SuperYo, para paz y descanso de un anodino Yo, cansado de controlar la incorrección. Las demiurgas fuerzas genéticas que presionan la olla del Yo limitada por el Superyo, buscan la válvula de escape para conseguir una equilibrio funcional de supervivencia. Los pajotes físicos se complementan con los mentales cuando no hay vida en una casa en penumbra. La fantástica kósmica transciende muros y el semen se evapora en un arcoiris de colores dibujando cosmologías y noosferas cuánticas. Sí, el DH me confirmó que estaba muerto pero que no hacía falta vivir en el carbono para existir. No, no te la casques, no hablo ni de alma ni de dios. Hablo de materia eterna e infinita que toma distintas formas según donde estés, según donde aparezcas y te des cuenta. Sin historia,sin futuro.
©Alf Gauna, 2024