Necesito
tu azul.
Ese
“en línea”
que me
hace soñar
que existes.
La quimera
virtual
de lo
electromagnético,
el LSD
que
dopamina
mi cuerpo.
La serotonina
del quizás.
La oxitocina
del abrazo
en ese éter,
ese vacío cuántico,
que
Haramein
afirma
que nos conecta.
Chupo,
lamo,
el aire,
delineando
tu cuello,
perfilando
tus labios.
Mis dedos,
temblorosos,
como torpe
adolescente,
recrea
cada borde
de tu cadera.
Recorro
tus muslos,
milímetro
a milímetro
con mi besos
turbulentos
de tierno
deseo.
Inhalo
cada poro
de tu piel,
como cocaína
celestial,
en busca
de cada planeta
de tu ser.
Nuestros
G
giran
y giran
como diapasones
kósmicos
en un coito
divino,
demoniaco,
abriéndose
dos agujeros
negros
que engullen
nuestros genitales
y regurgitan
orgasmos de
supernovas
post-turquesas
de neutrinos
multicolor.
Satisfechos,
el doble check
del telegram
confirma
tu placer,
mi placer.
Sudoroso
duermo
o al menos
intento
conciliar
el sueño
de la pasión
virtual.
Las ovejitas
me acompañan
las cuento,
pero
como siempre,
ellas se duermen,
yo ,
como pastor
insomne,
vigilo
que el lobo
no se las coma
y ya,
si eso,
se vaya
con el cuento
de caperucita
a zamparse
a la abuelita.
Al alba, cuando
la gente comienza a
amanecer,
cierro los ojos,
despierto
del sueño y
duermo.
©Alf Gauna, 2024