Movías
tenuemente
tus labios.
Yo,
sordo
de amor,
interpretaba
las sílabas
con su movimiento.
La fina
comisura,
perfilada
de dulzura
y sensualidad,
escondía
ese tesoro,
esa arca pérdida
de mi deseo.
Una lengua pizpireta
sabía de palabras
y turbulencias,
entonaba
suaves
fonemas.
No era
momento
ni de sintagmas
ni de semánticas.
Mis dedos
como sensores
kósmicos
captaban
le temperatura
de tus saltarinas
células.
En un vals,
no,
en una polka,
de si,
pero no,
el breve impass
kósmico,
aturdía
nuestras mentes.
Era como
asomar la cabeza
brevemente
en el fluido
cuántico
de ese wormhole
que nos une,
nos conecta
y nos separa.
Labios
que se juntan
pidiendo más
pero
que los agujeros
negros
de las circunstancias
nos succionan
a otros lares,
a otros momentos.
El sabor
queda
en la química,
el tacto
en la células,
el olor
en las moléculas.
tus ojos,
en los electrones
de las estrellas,
el amor
en el monopolo,
en ese taladro sufí
que son
nuestros G´s.
Votos
confirmados,
en esta
luna llena
que fertiliza
el amor
más allá
de aniversarios,
más allá
de la vida
de 7 centros.
Unió
mística,
consentida
y bendecida
por la vida
kósmica
de 9 centros.
Aunque
no sepamos
muy bien
que coño
significa
todo esto,
la luna
testa
el vinculo
con el
lacre
de la saliva,
el sello
de nuestros labios,
y el deseo
insatisfecho
de nuestras lenguas.
Después
queda
la añoranza,
la soledad,
la ausencia,
esa homeostasis
biológica
que nutra
la espera,
esperanzada
de un nuevo
deja vu.
©Alf Gauna, 2024