Consideró mis entradas pequeños escolios.
Notas, apuntes, que implicitan un texto.
Si todos se leyeran construiríamos un camino holográfico evolutivo de aprendizaje en busca de una kosmogonia post-turquesa.
Una kosmogonia describe la totalidad de lo que hay , lo que se ve , lo que no se ve, lo humano y lo no humano, la macro y lo micro, más alla de lo dual, del bien y del mal.
Una verdad sentida desde un determinado sensor kósmico que es la forma de mi ello y descrita por el egregor multiforme de la mente.
Egregor que va desde la personalidad, el ego, el alma, el cristal de personalidad, el yo, el testigo,y muchos etc s, según despertar, limpieza, apertura, crecimiento, evolutivamente alcanzado en la multiplicidad de la experiencia.
El maravilloso libro de Nicolás Gómez Dávila del mismo título que la entrada es una joya de indudable valor. Lleno de aforismos personalísimos y a contracorriente del pensar plano de su época, de la nuestra.
Exquisitez original más allá de la verdad personal.
La esencia del DH es la verdad de nuestra forma solar que comunica desde su correción cognitiva a su fractal intergaláctico con una trayectoria kósmicamente delimitada.
Movimiento y trayectoria desde la forma solar cognitiva.
Really, un feedback a modo de escaner del espacio kósmico atemporal.
El Sistema Solar viaja toroidalmente a lo largo de la galaxia y nuestras formas digitalizan desde Gaia el éter inconsciente primigenio de neutrinos levogiros mutando en cognición dextrogira.
Un bucle que retoalimente el despertar de la complejidad emergente diluyendo el azar de lo imposible, en la esperanza de lo posible.
Nicolás, leía y escribía , sí tenía una enorme mansión en Bogotá, con una inmensa libreria.
Parió miles de perlas que cada uno engarza al leerlas en su propio collar.
Es lo que a mi me pasa, con mis propios escolios y mis tres canales al G…multiples collares de distintos colores y distintas verdades.
Sólo queda el día a día de lo que mi forma deconstruya.
Mi ser receptivo va más allá de la superviviencia estratégica aunque le pese como a todo humano no rave aún.
© Alf Gauna, 2024