Nadie
nunca
será
capaz
de
sentir
lo
que
siento
yo.
Un
mosaico
infinito
de
emociones
que la
razón
nunca
alcanzará
a comprender.
Desde la
más bizarra
a la más
siddhica
en un mismo
instante.
Este mi sensor
kósmico
accede
al akhasa
morfogéntico
de lo astral
y reverbera
bioquimicamente
en el no dos
de la física
de ese ubicuo
espacio unitivo.
No es cuestión
de sentimientos
no hay historia
sólo instante
tras
instante en
el viaje
de la vida.
Sin causa
sin efecto
una sinfornía
de ahoras
que fluyen
en la sangre
arañando,
acariciando,
cada célula,
cada órgano,
erizando
la piel
que nos ancla
en el tacto
de lo unitivo,
de lo espacial.
Besos cuánticos,
vaporosas lenguas
gravitacionales,
que lamen
nuestra existencia.
Bailando
los pizpiretos neutrinos
sodomizan
nuestros protones
para eyacular
nuevas cogniciones,
un eterno
vals sufi que
busca
no sentirse
solo
en el vacío
de la nada
y solo sueña
con ese
algo
que le ame.
Con esa madre
que le para
y le de mamar
la nutritiva
leche del tiempo
embriagandolo
con la esperanza
de existir.
Con el éxito
de auto
reconocerse.
© Alf Gauna, 2025