Noto esa maraña de sentimientos que flotan en el astral pero no permito que me invadan.
Quizá sea a uno de los nodos que me permite tener una vía de escape.
Sí, así no se estancan.
Un Tsunami inunda la marisma de mi intestino, decantando en mi sangre un infinito mosaico de esto y aquello.
De alguna manera la vitamina D y el magnesio han fortalecido mi mucosa para equilibrar el fastidioso juego del input-output.
Lo que se filtra lo canto en mi blog, el resto lo cago.
Sí, siempre miro la cagada por si se escapa algún tesoro. al menos poder decirle a dios cuando el vortice de coriolis se lo lleva por el desagüe.
Me pregunto como sería cagar en Australia, allí el agua gira en el otro sentido. Que mareo no?
Mi cabeza duda, se confunde y no sabe. Al momento siguiente esta seguro, tiene claridad y sabe. Todo al son cubano del timbal de mi plexo, las baquetas de la raíz y el beneplácito de mi ego.
Jane recogió el Óscar póstumo del enfurruñado Henry. Me hace llorar como hombre alexetímico.
Esconder el amor a tus hijos es una traición a la vida si realmente lo sientes. Sí, algunos padres no lo pueden sentir.
Cuando tu cuerpo es amor y tu ego lo defiende como mosquetero vegano la vida pasa en un urna de cristal de inaniciones y deprivaciones.
Cuando la vida te trae la claridad de sentir, el ego avergonzado se repliega a su cueva e inerte reza para no incordiar.
Sentir el arcoiris del amor en tu sangre sana el hígado.
No es cuestión de corazón es cuestión simplemente de ser.
Ahí cuando Streep se besa con Eastwood.
Y el falso puente que distingue entre la amistad y el amor se hunde.
© Alf Gauna, 2025