Disquisiciones amorosas

Por lo visto, hay toda una controversia respecto a lo que significa eso del amor platónico.

Que si es un amor no correspondido, que si un amor sin sexo ni romance, que si un amor virtuoso desde el mundo de las ideas, que si un amor espiritual, más de sustancia que de forma.

No sé si Platón follaba en Grecia, pues entre sodomitas y esclavos la cosa no era muy clara.

Ojo, que no estoy diciendo que dar por culo o el dominio y la sumisión no sean amor —que luego vienen a sacar punta a todo—.

Digo que hay que tener cuidado con eso que llaman el “teléfono roto”: lo que dice alguien y lo que nos llega después de 2.500 años de interpretaciones individuales.

Dice Ramón Bayés que todo conocimiento humano es incierto, inexacto y parcial. Uf, qué gran verdad.

Ahora añade cómo ese conocimiento es transmitido e interpretado, y todo se va a la mierda.

Esto, que es tan sencillo de ver, llevaría a toda persona con sentido común a no dejarse caer en ningún tipo de dogmatismo.

Cualquier ideología siempre es un dogmatismo.

Y —ojo de nuevo— las ideologías más peligrosas son las que supuestamente validan la ciencia. La nueva inquisición.

La única solución frente a las ideologías es el pensamiento crítico y nuestra propia experiencia.

Divagar sobre el amor es algo baldío. Sí, todos divagan, pues es intentar acotar lo incierto.

Yo desconfío de los que hablan sobre él. De mí mismo, el primero.

Yo no digo “te amo” a la ligera; lo digo cuando un cúmulo de sensaciones que no entiendo sobre una persona me llevan a decírselo.

Un déjà vu de verdades relativas sentidas que, al ser inciertas corticalmente y al no creer en lo absoluto, te llevan a ponerle ese nombre vilmente condicionado.

Cuando sabes lo que te atrae de una persona —para mí es claro—, no es amor.

Quizá sea un amigo sin más, ya que gusta tanto eso de la amistad. Palabreja sin sentido, más aún a partir del 2027.

Siento que el amor sigue el mismo proceso que la evolución cognitiva: se va haciendo más plena cuando llegamos al tono 6, allí donde despertamos a las ondas gravitacionales; sentir lo unitivo en los wormholes que comunican las bocas de la malla espacio-tiempo einsteiniano, los agujeros negros y blancos de los instantes de nuestro ser.

Pues eso.

Chi lo sa…

© Alf Gauna, 2025


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