Multiculturalidad

Madrid está lleno de acentos.

Acentos hispanos.

Un tsunami mestizo y multicultural.

Sinceramente, no sé si defiendo lo hispano por orgullo patrio o por odio al inglés.

Ya se lo decía el abuelo amish de Único testigo a Harrison Ford, mientras se beneficiaba a su hija viuda: “Nunca te fíes del inglés.”

Realmente, los que somos de Andrómeda, acogidos como proyectores en estos trozos de tierra y cultura, nos cuesta adaptarnos a una sociedad pre-curvatura.

Pero ya sabes: la primera máxima de la Federación Intergaláctica es la no injerencia en los asuntos de culturas menos evolucionadas.

Aun así, me cuesta no empatizar con las injusticias históricas.

Los americanos y los australianos no dejan de ser nuevos ricos. Bueno, en Australia mandaban a los presos que la corona inglesa no quería at home; gente que salió por necesidad de la Europa feudal y de la Revolución Industrial, y que se encontró un mundo que, aunque inhóspito, estaba repleto de riquezas. Solo había que cepillarse a los curas hispanos que llevaban evangelio y educación, y a los indígenas indios, a base de alcohol.

Este historiador mexicano lo cuenta muy bien, aunque les joda a los bolivarianos populistas:
Juan Miguel Zunzunegui

No entiendo que, para ser populista, haya que destruir lo hispano. Basta con destruir lo inglés, que ha sido quien creó la historia falsa sobre el supuesto imperialismo hispano para esconder sus desmanes en India, en África, en Palestina, en las Malvinas, en el sudeste asiático.

Otro día me meto con los gabachos, que inventaron “lo latino” para tapar lo hispano.

Ahora, un descendiente —llámalo Trump— se pone a “arreglar” la cuestión palestina. Salvador que quiere el Nobel. Ya sabes: puro business.

La política se ha vuelto absurda, y para 2027 es bueno que te pongas las pilas.

Mira, hace casi 250 años, allá por 1781, se descubrió Urano: metáfora del comienzo de lo transpersonal. Surgieron las revoluciones —la Francesa, la Industrial, la Independencia yankee— y apareció el proyector.

El proyector como puente entre lo individual y lo colectivo. Entre capitalismo y populismo.
Pues ya no vale hablar de socialismo o comunismo.

El individuo o el grupo, el yo o el nosotros.

El proyector es una liminalidad no energética que gestiona y dirige la energía individual y la integra en lo grupal.

El nosotros es un medio entre la belleza interior cuántica, el Yo que sueña y la Verdad exterior del espacio-tiempo esteniano del It cognitivo que emerge.

Sí, es el proyector —quizá por una mutación en el mecanismo mitocondrial— quien es el demiurgo de la energía.

Y en 2027, cuando Plutón retorne, algo mutará.

Y quizá emerja el Trans-Proyector

© Alf Gauna, 2025

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