Materia

El Tao es Yin.

Hay un 85% de Materia que no vemos pero que intuimos.

Nosotros somos parte de ese 15% de materia que nuestros ojitos o nuestros aparatitos, esos que desde 1600, al principio del Ciclo de la Planificación, hemos venido diseñando —telescopios, microscopios, detectores de ondas gravitacionales, detectores de neutrinos— pueden ver.

El ser humano ha inventado nombres e historias para lo que no ve.

Desde la mitología, la religión, la filosofía, la ciencia o la conciencia.

La energía es uno de esos nombres que se confunde con Dios.

La conciencia, otro.

Ya solo dejo con mayúscula Materia.

A lo humano, a lo antropomorfizado, se lo quito.

Buscar lo que no se ve está implícito en la Materia per se.

Einstein sintió que la Materia lleva algo que hace que se mueva.

Lo escribió así:

M = E / c2

Planck se dio cuenta de que esa energía era proporcional a la frecuencia:

E = h · f

De donde se puede escribir que la Materia:

M = h · f / c2

La frecuencia se relaciona con la velocidad angular (omega), la rotación o la orbitación.

Podemos escribir, usando la constante de Planck reducida (h barra, ℏ):

E = ℏ · ω

y entonces:

M = ℏ · ω / c2

Sé que estoy jugando fuera de los límites de la corrección científica.

Solo es una metáfora.

Una metáfora donde la Materia emerge desde algo muy pequeño, ℏ, que gira u orbita y se traslada en el espacio (c2) en busca de algo, de conocer algo.

Y al romper el letargo de su paz simétrica, nace esa falta de paridad y quiralidad antineutrino–neutrino para el cognoscere.

Muere dios, la energía y la conciencia.

Solo una Materia que quiere conocerse.

© Alf Gauna, 2025

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