La Luna es la verdadera Stargate.
Peliculón, por cierto.
La gente solo sabe que controla las mareas de mares y océanos.
Lo que no sabe es que también influye en la corteza terrestre, modificando continuamente la forma de la Tierra.
No, no es redonda: es un geoide polimorfo.
Esa polimorfía también altera la intensidad de la gravedad en cada punto del planeta.
Sí, Gaia es un ser vivo: muta, vibra, tiene piel y siente todo el kosmos.
Sigo sorprendiéndome de la inocencia de esos científicos que no admiten su influencia en la psique.
Al final no dejan de ser religiosos, acólitos del dogma científico. Talibanes.
Es lo que hay. Sigamos.
¿Sabes? Júpiter también influye en las mareas, tanto oceánicas como terrestres.
Imagina.
Aunque yo venía a hablar de la Luna.
Cuando se corta el plano de la órbita lunar con el plano de la órbita terrestre alrededor del Sol, se marcan los nodos.
Sí, el plastón ese de “cabeza y cola de dragón”. Odio esos lenguajes.
Me repele tener que utilizar un vocabulario anticuado para “misterizar” un movimiento y un punto físico.
Joder, todo está conectado y todo es físico.
Transcendamos el puto misterio y el asombro.
No hay astrología ni astrofísica: hay sociología kósmica.
Cosas que se mueven se relacionan y se influyen.
Y esa relación acontece, y al acontecer emerge un feedback que queda grabado en el mar de neutrinos.
Mar que, a su vez, retroalimenta las interacciones que acontecerán.
Un proceso.
Yo elijo —porque me resuena así— que ese proceso busca un camino de cognoscere.
Eso parece: un algo dormido que despierta y busca mirarse en el espejo de un ser que ve.
¿Por qué no la metáfora del bebecito kósmico?
Metáforas, las justas; metafísicas, también las justas.
Y, esencial: antropomorfismos, los menos posibles.
Nada, que venía a hablar de la Luna y me lío.
Sorry.
El semen intergaláctico —llámalo como quieras si tienes problemas de género— entra por el útero del nodo y fecunda los óvulos que escupe el núcleo de Gaia.
Ese continuo proceso encarnatorio, de donde emergen esos pitufitos humanos, dioses del Olimpo del ego, para que “roleen” —maybe as guest star más que first character— una historia a lo Bollywood.
Algunos nos creemos lobos cuando la full moon se acerca.
Comemos foie como sustituto civilizado de hígados humanos, la sangre del G.
En la antigua Mesopotamia utilizaban el hígado de ovejas como método adivinatorio.
El hígado era el sitio donde estaba el alma. Incluso el lugar donde se sentía el amor.
Tiene sentido, pues el centro G realmente es donde está nuestro ser kósmico, no en esa milonga de cristal de Personalidad.
Todo se tuerce cuando en el útero de mamá aparece el centro del Ego: la pereza del Dasein para enfrentarse al entorno y a los pesados que te tocan en la vida.
Sí, amigos científicos: la Luna y los neutrinos no influyen en la psique, solo en nuestros ovarios y nuestros cojones.
Venía a hablar de la Luna, pero ya sabes: ya no hago caso a mi mente. Escribe mi cuerpo, al dictado de la emoción y del mar de neutrinos que me baña cada instante.
https://youtu.be/651b6PPPOxg?si=On2IJL-wUDHLnG-q
© Alf Gauna, 2025