Vivimos en una época kósmica única.
Ante nosotros se abre una ventana.
Una ventana al pasado.
Un puente entre la Belleza de la Forma
y la Verdad del cognoscere.
La belleza de observar.
De ser testigo.
Un camino retrocognitivo que delinea la Forma,
pero que no tiene capacidad de proyectarse al futuro.
Solo de especular sobre lo que se adviene.
Millones de pequeñas verdades
que nunca veremos en mayúsculas.
No, no estaremos ya aquí para verlo.
Encarnamos para el hedonismo.
Disfrutemos de una vida de voluptuosidad.
La trampa era la sombra del sufrimiento y del dolor,
engañados por una supuesta búsqueda de una Gran Verdad,
señuelo genético para la supervivencia estratégica
en un falso paraíso,
en un Edén gaiano.
Y nos han agarrado corto
con la Bondad del Nosotros.
Paraíso biodegradable y pasajero
que los ecos pretenden salvar.
Todo tiene fecha de caducidad.
Sí, el escenario se desmontará de un plumazo
por la propia mano kósmica,
en forma de meteorito redentor.
La lucha consciente del nosotros es baldía.
No nacerá un We, sino un I,
y lo hará como sumatorio de its,
no de i’s.

El populismo es calor necesario
para que el it optimice.
Es bueno que lo aceptes antes de 2027.
Todo seguirá igual, incluso peor,
pero al menos no estarás encabronado.
Y sí, el secreto es fluir,
amortiguar rozamientos narcisistas, egóicos.
Eso es sencillo:
vive y deja vivir.
El único y verdadero amor.
© Alf Gauna, 2025