El universo no quiere nuestra consciencia.
Es un hecho baladí las disquisiciones sobre nuestra consciencia.
No estoy diciendo que la consciencia no exista. Es un hecho que la biografía que da sentido a la recolección de imágenes que hace la mente requiere de un “supuesto” yo para comunicar.
Lo que afirmo es que al universo le importa poco que ese yo se identifique con esa película.
Identificarse implica rozamiento, aún más, cuando ese yo está condicionado por la homogeneización del entorno.
La filosofía de vida post-turquesa que nace de la Cosmología del Rave es rotunda: el kosmos no se entera de nada y quiere , a través de nosotros, conocer.
En una palabra, quiere que seamos instrumentos cognitivos lo más diferenciados posible para que nuestro mecanismo cuerpo-mente pueda tomar el mayor número de detalles de la experiencia dual.
Ser cognitivo es una matiz distinto a ser consciente. El matiz es que ese yo , para el universo espúreo, no “de por culo” en la optimización de la toma de datos y que luego ese yo aprenda a elegir cognitivamente la parte fractal que de esos datos son comunicables a través del mecanismo denominado mente.
Un yo cognitivo que aprende a reconocer la parte del pastel experiencial que la mente tiene que “regurgitar” al campo de neutrinos.
Investigar sobre la consciencia es religión. Es lo mismo que buscar a dios, algo parece que irremediablemente genético según el DH, pero siento que transcendible para unos pocos.
Lo que realmente es útil es investigar sobre los mecanismo cognitivos. Luego si quieres divagar y hacerte unas pajillas mentales sobre el nuevo dios en forma de consciencia me parece bien, es entretenido.
La Cosmología del Rave habla sobre un universo físico que encuentra una biología por azar para desarrollar un mecanismo cognitivo “físico” que permita en un futuro albergar un “no sabemos que” en forma de Yo Kósmico vertebrador. Los cristales de conciencia en forma de virus tienen que viajar a Europa donde estarán un par de cientos de millones de años recolocándose para luego esconderse en Oberón para construir el Erón Omega y esperar unos miles de millones de años para el siguiente Big Bang, cuando lo que se está construyendo en Andrómeda se fusione con lo de la Vía Láctea.
No me cansaré de repetir esta filosofía de vida que nace de la concepción cosmológica pues nos evitaría realmente muchos problemas. Pero, bueno, siento que son pocos los elegidos.
En otra entrada hablaré del mecanismo cognitivo, algo realmente apasionante y que de alguna manera muta la manera homogeneizada que tenemos de entender la gráfica del Rave.

Buen Finde
©Alf Gauna, 2021