Pasó la luna llena de last night y todavía me estoy limpiando de la comisura de mi boca la sangre del último hígado que me zampé.
Cómo Licántropo kósmico devoro G(es).
El corazón es el mamífero, la gestión bioquímica de la experiencia.
El hígado es un trocito del kosmos. El todo encarnado en órgano.
Sí es el kosmos-hígado quién vigila la pureza de la experiencia que llega al ser en movimiento, la sangre.
Siempre pasé del Sistema del Diseño Humano para desesperación de mis supuestos profes. Sí, me iba a lo que Ra llamaba Gris. El nihilismo y la practicidad de lo estratégico monetizable en un apetitoso y amplio target no pierde el tiempo en milongas no demostrables.
Enganchados en la superficie, la mente lucha por tener razón de cuál es la perspectiva más veraz. Si vienes como yo del Kosmos alcanzarás una perspectiva post-turquesa que permite describir esa realidad desde cualquiera. ya sea desde la fluctuación cuántica,desde la interacción de campos cuánticos, desde la Yuxtaposición del protón, desde la mecánica Newtoniana, desde la la Relatividad del que copia mis pelos, desde lo cognitivo, desde lo celular, desde lo orgánico, desde lo endocrino, desde cualquier sistema o desde del sistema del sistema. Quizá la que más pereza me da es desde la milonga energética o de la conciencia. Pero bueno, cosas mías.
Es la Cosmología del Rave y el Diseño del embarazo lo que construye esa superficie genética modificable con la epigenética de la experiencia.
Experiencia masticable por la boca y cagable por el ano.
Ese Input ya sea en forma de data, oxigeno o alimento hasta que no pasa a la sangre , you know alveolos, intestinos y piel, filtros esenciales, no se abriría el proceso para o que nos nutra o que nos condicione.
Ese hígado, ese G , cuyas células duran toda la vida o no, es el que al final permite la homeostasis, el equilibrio entre la superviviencia biológica y el mandato kósmico recibido.
El nervio vagal y los soldaditos inmunitarios en forma de linfocitos vigilan la supervivencia básica de los peligros extremos. Algo así como si el kosmos tejiera una red de supervivencia de la existencia de lo encarnado, el soporte viable de lo que existe, la verdadera red de amor.
El G nutrido canta, el G condicionado lucha por limpiar su sangre.
Lo que nos nutre desde la cognición y desde la resonancia de color construye en nuestro G una melodía en forma de autoridad externa.
Lo que nos condiciona , o nos avisa en forma de ligera cagalera o de inflamación mental que vuelve locas a nuestra células que dicen “apaga y vamonos” y corren por nuestro cuerpo hacia la metástasis final.
Quiero oíros cantar.
Si no viene el lobo y se zampa…
a la abuelita
y
después
a la caputxeta vermella…
©Alf Gauna, 2024