Solo ella
ha parido
mi
entrecortada
voz.
Breves
balbuceos
de ese
bebe
inquieto
que quiere
hacerse
hombre.
La dulzura
acaricia
día a día
mis tímpanos,
sordos
desde los
gritos
de la niñez.
La intimidad
acaricia
la transparencia
del compartir.
Chopin
dicta
compases
de
románticos
deseos
insatisfechos,
indómitas
aventuras
en imposibles
islas desiertas,
oscuras
librerías
donde
encontrar
el armario
de Narnia
que a modo
de wormhole
kósmico
nos traslada,
a la Mallorca
intensa
del amor
y de la pasión.
Al fondo
una Polonesa
marca
el despertar.
El despertar
de una melódica
unió
mística.
©Alf Gauna