Nuevos Horizontes

La ausencia total de giro, rotación u orbitación es quietud.

Si te sitúas en esa liminalidad de quietud, previa al lenguaje, previa a los cuatro cuadrantes de los pronombres personales —yo, tú–nosotros, ello–ellos—, solo hay testigo observando.

Observar no implica cognición.
Es Ser, no Dasein.
Sin Dasein no hay cognición: la ontología necesita una epistemología que se manifieste en la fenomenología.

La liminalidad y el testigo se confunden entonces en una falsa bipolaridad, casi esquizofrénica o narcisista, producida por la entropía de la experiencia en lo múltiple.
De esa tensión emerge el ego, el no-ser, la sombra que entorpece la optimización cognitiva.

La emergencia cognitiva desprende calor, y ese calor genera mutación:
mutación evolutiva biológica y, a su vez, retroalimentación física y cuántica.

Es un proceso físico–biológico–físico, donde lo cuántico, lo electromagnético y lo bioquímico actúan como puente de coherencia.
Liminalidades que funcionan como membranas de intercambio entre los distintos niveles ontológicos, metabolizando lo interno y lo externo, lo in y lo out.

Cuando emerge la voz en forma de lenguaje, puede ser mundana, inmersa en la marabunta del existir no cognitivo;
mutadora, la voz de autoridad cognitiva que fractaliza y despierta al it precognitivo.

Los pre-arquetipos, calderos vacíos sin sentido, se arquetipizan a través de la experiencia del Dasein cognitivo.
Las sesenta y cuatro it-casillas vacías en la superficie del protón se llenan con la experiencia de la vida biológica, coloreando y tonificando sesenta y cuatro bits cognitivos.

La biosfera, en su sueño noosférico virtual, cognitiviza una fisioesfera confundida y aburrida en la soledad de su Uno.

Ese Uno que sueña en el dos, ese Bhan Thug que imagina que el otro viene de fuera y trae energía en forma de monopolo magnético, de rotación, permite la liberación del potencial cognitivo en el devenir kósmico del neutrino.

Cada día la claridad torna meridiana,
y al fondo, nuevos horizontes comienzan a vislumbrarse.

© Alf Gauna, 2025

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