La coherencia es una cuestión de honor.
Un honor kósmico.
Es aceptar que la vida fluye siguiendo los designios de nuestro cuerpo.
No, los de nuestra mente.
La incoherencia es la esquizofrenia de seguir los designios de la voluntad condicionada.
Ese bla, bla,bla, que escuchamos cada día, es la paranoia de un pepito grillo que o grita las heridas o las batallas narcisistas de su pasado, las desdichas o éxitos de su presente o los anhelos de su futuro.
En la sombra de la mente, la coherencia no llega, pues el cuerpo nunca logra seguirle en la carrera de la vida condicionada.
En un juego de represión o reacción los tiempos se distorsionan.
Cuerpo y mente avanzan en dos dimensiones temporales diferentes, la esencia de la incoherencia.
Estamos aquí exclusivamente para compartir la vida y esto sólo es posible amándonos.
Casi nadie espera para compartir.
La coherencia requiere espera, pues el cuerpo lleva el ritmo de tu vida. La mente lleva el ritmo de los demás.
Cuando comienzas a ver la vida desde la cognición diferenciada de tu cuerpo, la mente se abre a una película totalmente distinta: por arte de magia te materializas en un entorno exclusivo para ti, surgen de la serendipia aquellos compañeros de vida que resuenan con las células de tu cuerpo y, un Dalí kósmico, comienza a pincelar, para ti, un paisaje con los colores temáticos que despiertan tu verdadera motivación kósmica.
En ese momento, las dimensiones temporales del cuerpo y de la mente se funden en nuestro ser holístico.
La mente muta comunicando esa intersección coherente.
Cuando nuestra autoridad externa comienza un discurso universal, donde el tiempo se diluye en un eterno instante.
©Alf Gauna,2020
Escribes y lo describes especialmente bien, querido Alf.
Las dimensiones temporales del cuerpo y de la mente… Leer esta entrada me ha transportado a un lugar similar donde me transporta el tema de Mecano dedicado a Dalí https://youtu.be/Q6T97kHjKiY
Gracias por compartir-te.
Abrazo hondo
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