Claricognición

Sí, me gusta más que clarividencia.

Sigo con la labor de crear, recopilar o reconstruir un nuevo vocabulario que se adapte a nuestra matriz de nueve centros y a nuestra arquitectura tonal.

Hay muchos términos muy vilipendiados por el mito de lo dado, por el fanatismo religioso o científico, por el postmodernismo relativista, por lo sistémico e incluso por el holismo romántico teñido por ribetes ecologistas y por sueños integrales.

Cómo sensores kósmicos encarnados teníamos una misión implícita que se explicitó, transcendiendo lo esotérico y exotérico, para confluir en una síntesis en forma de propósito cognitivo, hace casi ya 35 años.

Claricognición amplia los sentidos a todas las posibilidades tonales existentes a nuestra variedad cognitiva.

Sí, ya sé que circula el término, pero con demasiados aromas “new age“ , espirituales o astrales y muy lejos de la acepción puramente científica que intento asignarle yo. Y muy lejos, también, de ser un poder esotéricamente especial, pues todos lo tenemos aunque pocos serán capaces de desarrollarlo.

Una capacidad de apercibir sin el condicionamiento mental utilizando nuestros sensores definidos unívocamente en nuestro proceso encarnatorio y , posteriormente, ajeno a todo tipo de tránsito kósmico.

La información llega a nuestro cuerpo simultáneamente -el cerebro es cuerpo también, ni lo olvidemos ni lo confundamos con la mente- sin una jerarquía dualista de lógica o abstracción, un apercibimiento celular de certeza absoluta, no hay duda ni confusión, para simplemente metabolizar “lo que es” en el intervalo temporal de cada binario.

Sí, la claricognición transciende el libre albedrío y el determinismo, optimiza una perspectiva kósmicamente óntica en el dasein.

Un tsunami de cognición que emerge en la mecánica de la superficie relativizando cualquier tipo de condicionamiento humano o kósmico en la certeza absoluta y objetiva de nuestra perspectiva única y diferenciada.

©Alf Gauna, 2021