Mi mente me ha prohibido sentir amor.
Sí, es la esencia de mi autismo.
La inteligencia al servicio de la salud del cuerpo.
No, no es consciencia.
Son hábiles mecanismos mentales
para simplemente
huir de la realidad
de que la gente no siente amor
sino simplemente habla sobre él.
Dice Wilber:
“ama hasta que te duela”
yo lo llevé al límite,
allí donde mi cuerpo se rompió.
Ahora miro,
como testigo ausente,
las vidas que guío virtualmente
y veo muchas mentes
peleando con su realidad cotidiana,
relacionándose con sus parejas
como un item más
en la vorágine estratégica
de sus agendas infinitas.
Alejados de un cuerpo
que llora por
una caricia,
un beso,
una abrazo,
un coito psicodélico,
un baile desnudos a la luz
oscura de la luna nueva.
Yo, así,
no juego,
no,
no me apetece.
He decido sentir
sólo en mi cueva,
añorando presencias aúricas,
esperando un
“Deja Vu”,
en un eterno sueño,
de una cualquiera sofocante
noche de verano..
©Alf Gauna, 2021