La Utopía Distópica

La esperanza vestida de utopía es la verdadera distopía.

Aunque perfectamente lícito, no deja de ser una edulcoración de la realidad física evolutiva.

La eterna huida hacía adelante.

Fractales utópicos a modo de sectas verdes, celestiales o que proclamen el suicidio colectivo.

Dice Layla Martinez que en los talleres y charlas que asiste como ponente se encuentra casi siempre con este tipo de discurso.

“Es evidente que vivimos una época que culturalmente nos impulsa hacía las supuestas distopias apocalípticas. Agravamientos de las crisis ecológicas, con temperaturas más elevadas, sequías y grandes zonas desertificadas. Democracias deterioradas, con menos libertades y derechos, con supuestos regímenes autoritarios o fascistas. Un capitalismo salvaje en el que los trabajadores han perdido todos sus derechos y las grandes multinacionales controlan las decisiones económicas. Se imagina un mayor grado de desarrolló tecnológico, pero cuyos efectos son el aumento del control social y del aislamiento individual. El mundo que me describen se parece bastante al de la película “Hijos de los hombre”, de Alfonso Cuaron. Una sociedad que formalmente sigue siendo una democracia pero que se ha deslizado hacia el autoritarismo, donde el estado del bienestar no existe y las cafeterías Starbucks se mezclan en la calle con jaulas llenas de detenidos.”

Y añade:

“Ninguno de los asistentes a estas charlas y talleres me ha dicho que imagina el fin del patriarcado o del capitalismo. Que en cincuenta años los medios de producción serán colectivos y se habrán abolido la explotación y la alienación. Que habremos expropiado a los ricos y nacionalizado las grandes empresas. Que habremos revertido la crisis ecológica y renaturalizado grandes zonas del planeta. Nadie imagina al nieto de Jeff Bezos yendo a trabajar a una cooperativa en autobús o la mansión de Ana Botín convertida en una biblioteca. Ni siquiera he encontrado a nadie todavía que me hable de algo más modesto, como un estado del bienestar más desarrollado o una jornada de treinta horas semanales.”

Este mecanismo distopía utopía no de deja de ser otra herramienta más de control de masas, que cercena cualquier tipo de esperanza o de revolución. Ya sea a través del miedo (“virgencita que me quede como estoy”) o a través de un mundo feliz (amor, positivismo y mucho “soma”)

Es la adaptación posmodernista de lo de siempre: el juego moral de lo supuestamente bueno y de lo supuestamente malo.

La eterna lucha de la dualidad del pensamiento positivo o del nihilismo.

En realiadad ambos se mueven en el reino de la mente, pura ideología.

Evidentemente el realismo kósmico evolutivo revelado en 1987 no deja de ser una ideología, incluso peor, una fe, si no pudiera ser constatado con los hechos.

Se pueden identificar una serie de patrones en los últimos , ya casi 35 años, que avalan el mensaje recibido. El universo le da igual calificar el futuro como utópico o distópico, pero evidentemente a la hora de comunicarnos entre nosotros tenemos que utilizar vocablos entendibles, aunque no por todos por igual, pues las ideologías, el ruido del mito de lo dado sesgan la comprensión.

Y el mensaje recibido muestra un futuro distópico con una única esperanza puramente de supervivencia individual basada en nuestra inteligencia corporal interna, allí donde la ideología no tiene nada que decir.

En el momento de la aceptación física de lo que hay, la palabra distopía desaparece y simplemente, se convierte en realismo, aunque sea fantástico o de ciencia ficción para muchos.

©Alf Gauna, 2021

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