¿Se puede medir el amor?
Brota de
nuestros
ombligos
un pasto
infinito
que nutre
nuestro ser.
Vasos comunicantes
celestiales
danzando un tango oscuro
que, se supone,
equilibrará nuestras pasiones.
¿Tanto me das, tanto te doy?
Un gota a gota
kósmico
que sueña
en ese infinito
no acabar.
Saborear un continuo
comenzar de nuevo.
Un día de la marmota
que sueña en
un arcoíris de primeros besos
que buscan y buscan
ese coito inconcluso.
Un bucle de deseos insatisfechos
que morbosamente “adrenalizan”
el placer
de no tenernos.
¿Tanto te doy, tanto me das?
La mente proyecta la culpa
para huir
de lo que
los cuerpos sienten.
La mente quiere contar,
quiere medir.
Mi cuerpo
…
sentir.
Acurrucarse en tu vientre.
Adormilarse en tus pechos.
Acariciarte con mis labios.
Beber las mieles más ocultas
que florecen de tus deseos.
Trenzar fractales con tu pelo.
Lamer el sudor de tu piel.
Acompañarte hasta la
muerte del orgasmo.
Y, así, por fin,
ver el espacio infinito
en la pupila de tus ojos.
Mi cuerpo ama sin medida.
Mi mente
cuenta
y cuenta…
y cuenta…
Un,
dos,
tres,
al escondite inglés…
©Alf Gauna, 2020