Busco.
Busco y
rebusco.
Araño.
Rasgo mi escroto.
Froto y
re-froto
mis ingles.
Busco esa sangre humana.
Esa sangre humana
que en un tiempo pasado
brotaba
y
brotaba,
como manantial de amor,
como maná de felicidad.
Busco esa savia nueva.
Esa savia nueva
que libere,
¡SÍ!
que libere,
mis cojones
de la presión
de esperar.
Ese muro de indiferencia
forjado al fuego
de las necesidades
de los otros,
cementado
con la armonía de dolor,
del sacrificio 19+5,
agota mi ser.
¡SÍ!
Lo agota.
La libélula de mis emociones
busca alzarse sobre ese muro.
Quiere vislumbrar
la sagrada libertad
de viajar por la vida
sin las ataduras
del condicionamiento.
A lo lejos,
una pequeña aldea de
Vestales
y
Cartujos
esperan
mi llegada
para establecer el
5g post-turquesa
de la interconexión kósmica.
Allí, juntos,
compartiremos
ese “mate”,
de amargo aroma,
de los que,
alguna vez,
tuvieron fe,
en esa milonga
que llaman despertar.
© Alf Gauna, 2020