Sigo
escribiendo
mis notas
de amor.
Aunque,
nadie escuche,
mi familia de poetas,
que habita en el olimpo
del silencio eterno,
resucita a la vida
con cada una
de mis
rimas
fallidas.
En un coro místico
de esquizofrenia
incomprendida
recojo con humildad
las semilla muerta
de mis hermanos
en el arte
de enlazar
partículas sonoras
del universo.
Quiero
embalsamar
tu cuerpo
con aceites
distópicos
de tus ausencias.
Sí,
soy
egoísta,
quiero
poseerlo
eternamente
en la noche
de Brahma.
Enlazo versos
con utopias
constantes
que nos permitan
la loca aventura
de
sentir.
Que nos
lleven lejos
de esa realidad
anodina
de necesidades
sociales
injustamente
insatisfechas.
La magia
revoletea
como un colibrí
libando el carmín
de tus labios.
Deposito cada
uno de tus besos
en mi paleta
de pintor kósmico
para colorear
de un intenso rojo
la pasión de tu vida.
Quiero emborracharte
en la Gran Vía de Chicote
con mi coctel
de serotonina
aderezada
con
una pequeña
aceituna
de cortisol
y que,
a modo de
cianuro de amor,
nos lleve juntos
camino
de la muerte eterna.
Camino
místico
de libertad
donde,
en un coito
supremo,
tu yo
y
mi yo
se funden
en
el
mar
infinito
de
la
nada.
Sí,
allí
donde
algunos
mitos
dicen
que habita
el nosotros.
© Alf Gauna, 2020