No,
la gente
no siente
con la pasión
que lo hago yo.
¿O sí?
No sé,
quizá,
los que sí,
lo esconden.
Imagina,
abraza a esa
persona amada,
siente que caes
por un acantilado infinito
en una sucesión eterna
de instantes finitos.
Rodeados de un vórtice
de sensaciones inconexas
los corazones
palpitan al unísono
en ese terremoto
de reconocimiento mutuo.
En el ojo del huracán
la mensajera de la paz
muta a colibrí
multidimensional.
Su kósmico aleteo
tamiza el tiempo
en un singular
tris, tras
de pasados,
de futuros.
Un presente
que se desintegra
al ritmo
marcado
por el diapasón
de las pasiones
fundidas.
Cuando
poco
a poco
te vas soltando,
un “deja vu”
agónico,
se torna
en un viaje
místico
al vacio
de la tierra
de nunca jamás.
Sí,
allí,
donde
tu corazón
late
si el
del otro
vibra.
©Alf Gauna, 2021