Aburrimiento

Sí, me aburro.

Quiero vivir

historias

imposibles

de amor.

A lo

Chopin y

Georgie Sand.

Sí, sin morbo,

no hay motivación.

Me da igual

lo que digan.

Recuerdo a mama

leyendo sus novelitas rosas

de María Luisa Linares

y de Rafael Perez y Perez.

Enferma, desde su sillón,

le daba caña al oxigeno

para soñar con los viajes

de Walter Mitty.

Yo,mientras,

leía las memorias

de una Cantante Alemana.

Soñaba que

la erótica mutaba

del amor al deseo,

del deseo a la provocación,

de la provocación

al morbo

sadomasoquista

del voyeur kósmico.

Hoy todo

se consume en

un instante 5G,

muere en la inmediatez

del sexting hortera

del ahora.

Sí, prefiero

observar

tu placer

escondido en

el armario de tu

cuarto ,

ese instante infinito

en el que tus ojos

se diluyen

en el ello eterno del kosmos.

Aunque, en un zas de realidad,

observo en

tu intimidad,

un óceano

de frustraciones compartidas

con parejas anodinas

dominadas por

las adicciones

y las heridas.

Sí, más aburrimiento.

Así, decido,

no salir del armario

y suspirar por ese

morboso amor

que convierte en fetiche

el tiempo de nuestra fusión y

que no renuncia

a oler tu piel,

sorber tu sudor,

lamer tu alma,

abrazar tu corazón

o simplemente

respirar acompasados

el oxigeno que

nos da vida.

Y ,

así,

olvidar,

la rueda maldita

dosificadora de oxigeno,

que mató,

en una borrachera

de sueños,

a mi mama.

Alli, donde la vida

alcanza el orgasmo

final.

Allí, donde emerge

el bondage final de

nuestro pequeño yo.

©Alf Gauna, 2021

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