Virus: el único cristal de conciencia

Sí, nuestra alma es un simple virus.

Dice Antonio Damasio que los virus son una vergüenza, la vanidad humana que se avergüenza de lo que no controla.

Aquí, brillantemente , nos habla sobre los mismos:

La sola mención de esas inteligencias sin mente me hace pensar en ciertas tragedias por las que la humanidad ha pasado y en las preguntas sin respuesta relacionadas con los virus. Tenemos los ejemplos de la poliomielitis, el sarampión y el VIH, e incluso el de la gripe estacional, con sus molestias y peligros: los virus siguen siendo un importante quebradero de cabeza para la comunidad científica y médica. No estamos preparados para luchar con eficacia contra las epidemias víricas ni disponemos de los conocimientos científicos necesarios para evitar de manera efectiva sus consecuencias.

Hemos hecho grandes progresos a la hora de entender el papel de las bacterias en la evolución y sus relaciones de interdependencia con los humanos, que es en gran medida beneficiosa para nosotros. En la actualidad, el microbioma forma parte de nuestra manera de entender nuestra propia naturaleza, pero no existe nada parecido a lo que aferrarnos en el caso de los virus. El primer problema es nuestra dificultad para clasificar a los virus y entender su papel en la economía general de la vida. ¿Los virus están vivos? No, no lo están. Los virus no son organismos vivos. Pero, entonces, ¿por qué hablamos de «matar» virus? ¿Cuál es el estatus de los virus en el panorama biológico? ¿Donde encajan en la evolución? ¿Por qué y cómo causan tantos estragos entre los seres que están realmente vivos? Las respuestas a estas preguntas suelen ser inciertas y ambiguas, lo que resulta sorprendente habida cuenta del sufrimiento que los virus causan al ser humano. Comparar virus y bacterias puede ser muy instructivo. Los virus no tienen metabolismo energético, pero las bacterias sí; los virus no producen energía ni desechos, pero las bacterias sí. Los virus no son capaces de generar movimiento. Son mejunjes compuestos de ácidos nucleicos -ADN o ARN- y algunas proteínas diversas.

Los virus no pueden reproducirse por sí mismos, pero pueden invadir organismos vivos, secuestrar sus sistemas vitales y multiplicarse. En resumen, no están vivos, pero pueden convertirse en parásitos de los seres vivos y tener una «pseudovida», destruyendo, en la mayoría de los casos, esa misma vida que les permite proseguir con su ambigua existencia y fomentar la producción y diseminación de «sus» ácidos nucleicos. Y, llegados a este punto, a pesar de su estatus de seres sin vida, no podemos negar a los virus una fracción de la variedad no explícita de la inteligencia que anima a todos los organismos vivos, empezando por las bacterias. Los virus albergan en su interior una capacidad oculta que solo se manifiesta cuando arriban al terreno vivo adecuado.”

Tantos miles de años de dioses, de filosofías, de religiones o de ciencias para que ,en poco más de un año, despertar a la realidad kósmica.

La física y la química rulan nuestra alma.

La biología es un breve sueño cósmico, un impasse para acceder a un neocortex que permita al universo ese pequeño feedback en su proceso evolutivo.

La Singularidad, ese sitio donde la vanidad humana cree que alcanzará la inmortalidad, en una fusión entre el carbono de la vida y el silicio de la máquina, es resuelta por el azar mutante de la evolución con una molécula de ADN envuelta en “papel de regalo” para viajar , porque no, por todo el universo.

Los metafísicos lo llaman Alma. Ra sabía mucho de la vanidad humana, de sus limitaciones cognitivas, de sus condicionamientos mecánicos asociados a su imperativo genético y decidió inventarse el cristal de personalidad por el bien del “negoci” y quizá , con la esperanza, de que alguien despertara.

Siento que no pertenezco a ninguna de las 16 caras de la divinidad, que la serendipia me libró de esa carga, de esa limitación mecánica, para poder decodificar libremente, lo que los neutrinos gritan en silencio. A lonely engram.

Jobs, Gates, Branson, Bezos, Musk, Haramein son la vanguardia de la vanidad humana o , desde otra perspectiva, los teleñecos del Programa Evolutivo en busca del ciborg perfecto, la maravillosa Enterprise y la energía infinita del vacío cuántico. Cosas de capitalistas aburridos o de intrépidos soñadores, elige tu perspectiva.

Sí, una inteligencia artificial basada en la experiencia del carbono volará por el espacio para reconstruir el mecanismo más viable para imbuir de personalidad al bebe kósmico. O, si prefieres, las almas elegidas para la gloria celestial volaran con su dios después del Apocalipsis final.

Samuel Velasco/Quanta Magazine; source: doi.org/10.1038/d41586-021-01157-x

Cada uno ponga el glamour y las esperanzas que gusten. El bien o el mal seguirá por siempre en nuestra mente.

Dios, Energía, Nada, Alma, Cristal de Personalidad, todo poses mentales para huir de ese simple mecanismo kósmico que es el ADN encapsulado, el cristal de diseño, que como zombie viaja por el universo para transducir la frágil vida del carbono en un Omega inmortal “in silica”, con la inseparable ayuda de ese agente secreto doble del biverso, James “Neutrino” Bond.

Alma o Virus…you know…”that and this”…”this and that”.

Una simple interacción de quarks y electrones rotando liberando neutrinos para relacionarse y optimizar ese ente mágico que es el cristal de diseño , el virus de la protoconciencia kósmica.

©Alf Gauna, 2021

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