Sí,
en la mejilla.
Reconocer
inconscientemente
la soledad
emocional
de mi cuerpo.
Destruir
esa pose
transgeneracional
del responsable
familiar.
Derribar ese
muro
arrogante
y vanidoso
del sabelotodo
kósmico.
Despertar al
Lobo Estepario
que sueña
con comer tu hígado,
allí donde nace
la sangre
de tu dirección
y de tu amor,
allí donde tus células
nunca mutan.
En un místico
exorcismo
biológico,
mi condicionamiento,
se arremolina
en el desagûe
de mi vilipendiado
ano.
En una
sublimación,
voluptuosa
y hedonista,
emerge,
la necesidad,
de saborear,
con pasión,
la posesión
“infernocelestial”
de tu Ser.
Un
absurdo
Tao
que
ignoraba
los placeres
de la
carne.
La magia
de
un
simple
beso
de
vida.
©Alf Gauna, 2021