Los yanquies quieren a la Ayuso allí.
La verdad es que viendo al Parque Jurasico Patriarcal de presidentes que tienen: el “teleñeco” de Biden, el “Biff” de Trump, El “Chuck Berry” de Obama o lo “Trans” de los Clinton y no sigo…no es de extrañar.
Aquí un tanto de lo mismo. Corbatas, legionarios o coletas.
La democracia no deja de ser una dictadura de lo homogéneo. Y lo homogéneo lo define la oligarquía de partidos controlada por el capital multinacional a través de la corrupción. “El WA controlando los pentas partidistas”. Aderezado ahora con el control de las Redes Sociales por la IA, los nuevos “Thin Tank” automatizados.
Madrid es diferente, realmente es una ciudad-estado. La gente se busca la vida para sobrevivir y divertirse. Los políticos deberían dejarla en paz. Realmente han cometido un tremendo error y es meterse con su modo de vida. Vale, pagamos impuestos, pero el aperitivo, el “tardeo”, el “birreo” y las terrazas ni se os ocurra tocarlos, pues montamos una revolución a la francesa.
Realmente, es la eterna pelea entre los verdes y los naranjas, los azules se quedan en casa. Entre el grupo y el individuo. Pocos se paran a analizar cuál es el centro de gravedad de un grupo de individuos.
Ayuso me recuerda a ese Mulo protagonista de la Trilogía “ La Fundación” de ciencia ficción de Isaac Asimov. Mutante con poderes psíquicos que logra reunir a un grupo de conversos para destruir el “Programa” estadístico basado en la ciencia de la Psicohistoria que controla el destino de las masas.
La Ayuso por mutante, por serendipia, porque come en el bar de abajo de su casa o, quizá, porque MAR es más listo que el carajo ha sabido focalizarse en ese centro de gravedad.
Explico eso del centro de gravedad.
En un grupo de individuos tenemos gentes con perspectivas de vida diversas. Están esos azules donde la ley y el orden son esenciales, esos naranjas donde ganarse la vida, tener éxito, medrar por mérito propio es su motor diario y luego están esos solidarios cabezones que lo que importa siempre es el grupo aunque las libertades individuales haya que castrarlas. Cada grupo tiene su forma de ocio, aunque los tres son muy tribales, tienen ciertos matices que van desde los egocéntrico, etnocéntrico o mundicéntrico. Matices que se difuminan con el nivel de vida, con el presupuesto diario que tenemos para tomar cañas de cerveza.

Sí las cañas nos unen y Ayuso lo sabe. Ahí, es cuando la democracia partidista muere y renace la verdadera democracia, la de un pueblo que quiere vivir la vida y que consciente o inconscientemente saben que hay un precio que todos vamos a pagar, unos antes, otros después, la muerte.
Ayuso es simplemente el Avatar energético que nace de la cristalización democrática de ese centro de gravedad de lo que los madrileños quieren. Es algo que no es lógico, es emocionalmente vital.
Dice Jano , a modo de crítica, en su libro “El rebaño” que vivimos en una “Alogocracia”, algo así que analizamos los hechos desde un punto de vista emocional y no racional. Su brillante libro va luego por otro lado que no entro aquí a analizar, sólo me quedo con su término.
La vida y por ende la política, queramos o no, es un Alogocracia y ser conscientes de lo que sentimos nos llevaría a votar a personas sin intereses ocultos y no a partidos con hombrecitos de corbata homogeneizados naranjas, legionarios azules por España, enrollados verdes con coletas o al odio de los “ismos”
©Alf Gauna, 2021