Sí, cada vez es más evidente.
La vida afina la trayectoria de la personalidad.
No, no quiere que sea maestro, a pesar de los intentos baldíos, dimes y diretes, de amigos, amantes y enemigos.
Sí, comparto mis descubrimientos a esos pocos que por serendipia se cruzan conmigo en el tacto cercano, pero, sólo desde la pasión por la curiosidad común.
El “retrete” de mi blog, es donde mi recto a modo de agujero de gusano regurgita los agujeros negros de la nada inconsciente de los “its” del universo transmutados en “cubits” a modo de agujeros blancos conscientes.
No hay enseñanza, es asombro por descubrir. La esencia de la receptividad.
Nada hay que hacer con ello.
Simplemente, eterno aprendiz.
El universo ha cambiado de subrutina. Cada ciclo es un cambio en la programación.
Cada uno de nosotros tiene una misión receptiva que se ve malograda por el malware espurio nacido de la mente condicionada por la evolución estratégica.
La computación jerárquica de la complejidad evolutiva de la variable no contaba con la esquizofrenia mente-cuerpo.
Es tedioso hablar de la muerte de Sirio o del Yin Yang.
Necesito asesinar arquetipos y mitologías para seguir aprendiendo.
Mi esencia de receptividad eterna necesita hacer un “erase” del lenguaje del mito de lo dado.
La energía mato a dios, la conciencia asesino a la energía, la materia mató a la conciencia y lo cubits asesinarán a la materia. Las matemáticas colapsan en entes físicos medibles.
Módulos de la función de onda al cuadrado medibles, reales. La “info” hecha materia en la señal.
Ese amplituhedron de los “amplitudólogos” nacido de la yuxtaposición de las amplitudes de los its que son el quark, el electrón, el neutrino, el espacio y sus momento angulares intrínsecos, que ejecutan la computación de la complejidad jerárquica, es el denominado, de forma aburrida, cristal de conciencia. Bueno, era difícil poner palabras a las visiones de un viaje psicodélico.
Poco a poco el aprendiz arriba al “ring pass not”, ese filo de la navaja donde la física y la metafísica carecen de sentido.
Allí, donde la masa es la historia interminable de interacción entre lo levogiro y lo dextrogiro.
Allí , donde nada contenido puede estar encerrado para siempre, ni la repulsión mantenida eternamente.
Allí donde, la única verdad, es ese eterno instante cuando tus labios se posan sobre los míos…y nuestras húmedas lenguas juegan al “veo veo” de la nada.
©Alf gauna, 2022