Me mareo en el mar.
Pero la vida me exige
el sacrificio de seguir
navegando.
No me gusta navegar,
prefiero el “sailing”
en inglés, sí,
a lo Christopher Cross.
No me gusta el viento
pero por lo visto sin él,
un barco de velas no se mueve.
No, no tengo motores.
No, tampoco se nadar.
Con lo cual me puedo tirar al
mar y que todo se acabe.
Ese instante en el que
los pesados del yoga
y de la meditación
alcanzan sin técnica
la conciencia plena.
Fundir la gota de la vida
en el océano
de la nada inconsciente.
Allí, donde el adn se pudre
en cenizas elementales de
protones y electrones.
Alcoholizarme de neutrinos
sin destino ni fractal.
Ser infinito en el vacío
multiforma sin forma.
La metaforma atemporal
del instante eterno.
Pero, quizá,
un beso de mi amada,
me ayude asirme del naufragio
de lo absurdo
del ayer y del mañana.
O si no, why not,
una simple caricia.
©Alf Gauna, 2022