Recuerdo la banda sonora de la peli “Un hombre y una mujer” del francés Francis Lai.
Nunca sé porque me acuerdo de estas cosas pues se estrenó cuando yo tenía 4 años y, aunque , supongo que alguna vez la ví, su música parece que va más allá de mi consciente allí donde mi inconsciente epigenético cincela los registros akhasicos.
Desde 1991 el cristal de personalidad de Sirio está encarnado en un Tejo milenario, allí por Suiza.
De alguna manera es el principio de la cuenta atrás de la muerte del Yang Yang que culminará dentro de 1300 años con la incineración de sus cenizas en el sol , cuando el cometa de cristales de conciencia exiliado de la Gaia Apocaliptica, rumbo a Europa, desprenda su cola Yang.
Es por ello que los títulos , cómo las calles franquistas, hay que cambiarlos. O dejarlos como están pues son recuerdos de lo que sucedió en otros tiempos, más allá del bien y del mal
La historia de la peli no es la de un hombre y una mujer. Es la historia de una mujer cuyo marido muere en un accidente de circulación y conoce al poco tiempo en el colegio de sus hijos a otro hombre y se enfrenta al tema de la infidelidad ( la hostia después de muerto el condicionamiento nos sigue afectando). Vamos me lo follo en un hotel o no. Temática que para la época era necesario cruzar la frontera francesa para poder sentir el pecado al ver al peli.
Quizá debería llamarse la peli…Una mujer y un hombre o dos hombres o por que no, otra mujer, u otro Ser, con tantas temáticas LGTBIQA+
Eso sí, la música despierta en mi sensaciones cómo si yo hubiera sido el protagonista de esa historia….el árbol transgeneracional recordando la atracción biunívoca de un hombre y una mujer o de una mujer y un hombre.
Sí, más allá de ideologías.
©Alf Gauna, 2022