Surfeando mis emociones

De pequeño iba a veranear a Zarautz.

Septiembre era la época donde las mareas vivas , cercanas al equinoccio, daban lugar a unas grandes olas.

Yo las miraba dede algún barecillo, en el malecón, como buen proyector prudente que era.

Ponía mi hombría en manos de aguerridos tritones del norte que se atrevían a pecho descubierto a surfear las olas como Neptunos, sin “mariconadas” (sorry, los inclusivos) de los neoprenos de ahora.

Coño! somos vascos, euskaldunes. Hostia!

Durante años me enseñaron a mirar las emociones desde la barrera. Un hombre descendiente del Pelayo Astur y del Carlista Euskaldun nunca llora.

La navaja yang cultural transgeneracional me hizo la vasectomia yin.

Freud y su subcosnciente hacía de las suyas por las noches. Miles de sueños con tsunamis emocionales me invadían, me ahogaban. A la mañana siguiente como si nada, volvía al estoicismo norteño.

A escondidas escuchaba a Nat King Cole sus “aquellos ojos verdes” soñando con pequeñitas novelas rosas que a modo de suero gota a gota nutrían mi emocinalidad abandonada.

El cuerpo es sabio. Y avisa como sabe a la mente y al condicionamiento: enfermedad, dolor, roturas.

Sí, como buen asturgudari he aprendido a hostias.

Ahora me he comprado un traje de neopreno, para que no me de cagalera con el frio, una tabla de surf, unas gafas de buceo y he salido de excursión a surfear las olas de mis emociones.

Al principio las olas eran como las de Nazaré, allí en nuestro vecino Portugal.

Ahora, no, no han cambiado, sólo que he aprendido a surfearlas.

Sí, a veces, te das la hostia, pero no importa, un chico del norte siempre se levanta y lo vuelve a intentar.

Oye, que si no te puedes subir a la tabla, te sumerges en las olas y te dejas revolcar y revolcar.

Aguantas la respiración o sacas un poco la cabeza.

Al final, te haces consciente, no necesitas ni la tabla, ni el traje de neoporneno, ni las gafas e, incluso que es absurdo surfear.

Sí, aceptas que las olas de tu bioquímica resuenan con las corrientes fractales de la vida. Esas que te llevarán a esa playa que has visto a lo lejos pero que nunca sabes lo que encontrarás.

Siguiendo….” The Summer Wind”…

©Alf Gauna, 2022

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