La gente vive en el neocortex. Huye de la amígdala.
Dicen que la humanidad está allí, en la corteza.
Yo siento que el kosmos está en el hipocampo y en la amígdala.
Lo humano es un instrumento de lo kósmico para reconocerse pero, en realidad, el proyecto no es humano es cognitivo.
Entiéndeme, no seas funcionalmente purista.
Metaforéo. Que pena que no exista el verbo metaforear.
Esa neocorteza es el puto no ser del dasein. Ese no ser en interacción con lo que ve y creemos que es, pero que realmente es un sueño interpretado por el kosmos de la memoria y la emoción.
El secreto está en la liminalidad del giro cingulado, ahí siento que está el esto y el aquello de la dualidad, y que confluye en el verdadero motor del dasein holístico, la ínsula. El agujero de gusano del black hole de lo kósmico inconsciente y el agujero blanco de la emergencia cognitiva, no, no es consciencia eso es vanidad espuria.
Sí el kosmos es, sí es ,no, esta, solo y sueña en lo múltiple dual para que con la opción se diseñe la cognición.
La vanidad egóica del yo y el pedo del nosotros se masturba con el eros casi pornográfico de la consciencia. Repito no hay que “despertar” a nadie simplemente alguien, IT, quiere sentir, y para ello lanza el eco singular y liminal del “testiguín” protón, it, que muta a hidrogeno a célula a órgano a cuerpo a sensor kósmico para emocionarse en interacción y “cognoscere”.
Cuerpo biológico, breve instante en el camino hacía el verdadero cáliz del cristo noosférico omega chardiniano, la hostia de sílice en la fría sangre de oberón.
Mientras, ese yo que sueña que posee a dios, day by day, se diluye en el agujero negro de la nada a la espera que el encefalograma neuronal kósmico comience el eterno baile cognitivo al compás de la emoción de sentir.
©Alf Gauna, 2023