La distancia marchita todo.
Sí, un cambio de espacio supone un cambio de dimensión temporal.
Dicen, que en otra galaxia existía una raza que en otrora época era de mi fractal.
Siento que la vida transcurre en un pequeño entorno espacial , en un diminuto intervalo temporal alrededor de tu centro. Fuera de él, sólo existe Narnia.
Ese armario que hace de agujero de gusano entre 2 realms , me gusta esta palabra en inglés, dos reinos que quizá, lo común, sólo, fue un sueño, un deja vu.
Sentir en soledad es un encuentro infinito. Un buceo sin fin en la nada cuántica , en el óceano fluctuante de un no se qué que, aburrido, emerge en busca de un encontrar-se.
Todos somos singularidades, fronteras del esto y del aquello, que desde el purgatorio liminal, observamos. a ambos lados de la línea potencial del Es, para Estar ahí o allí.
Existir o no existir esa es la cuestión.
Colapsar la función de onda no es algo baladí. Algunos locos sueñan con la volición de la intención, otros soñamos con la estocástica de la serendipia y de la sincronía. La magia de la geometría fractal asociada al momento angular intrínseco que se traslada orbitando en busca de la atracción resonante o de la repulsión disonante.
El sueño de la materia que conoce tomando la distancia para re-conocer ese espacio que separa. La energía que libera ese hueco para añorar lo que huye de la unidad.
Dicen que el héroe vuelve a casa yo, como siempre, “siéntolo” milonga de mentes alineadas por la sabiduría perenne.
Si te vas, es para no volver. la energía oscura acelera la ausencia. Necesitamos pioneros que a lomos de la flecha de la evolución exploren regiones desconocidas para nuevas emergencias.
Un viaje a lo desconocido donde sólo los nómadas ligeros de equipaje avanzan sin miedo hacía eso paradigmas que cómo atractores cuánticos magneticen nuevas simientes.
Más allá de la galaxia, como viajeros kósmicos, la emoción de carbono se diluye y la adrenalina de silicio muta el adn de la vieja Gaia.
No hace falta ver, sólo sentir y cantar.
©Alf Gauna, 2023