No me quiere,
bueno el “me”
da un poco igual.
Lo que no da igual
es
no darse cuenta
que
sin querer
no se vive.
La herida abierta
es un agujero
negro donde
el corazón
gira y gira
en un vórtice
de insensibilidad.
La mente huye
en un infinito
bla, bla,
intentando
explicar los
incontables porqués.
El cuerpo se contrae,
se tensa,
un dolor celular
que degolla el alma.
El LSD de la música,
el instante supremo
del orgasmo,
unas cervezas
o quizá unas risas
acallan por un
breve tiempo
el dolor de existir.
En la soledad ,
la herida sangra
de nuevo,
la mente se encabrita,
el corazón se diluye
en el mar de ansiedad,
y, sólo, el cuerpo sabio,
reacciona con ira o
llora desconsolado.
Ahogan nuestra esencia con
la milonga de la volición,
con el “ darwinismo selectivo”,
con el “sudor de tu frente”,
con el “demuestra lo que vales”,
nos han arrancado el corazón
de cuajo.
Y sin el corazón
las
“cosas del
querer”
sólo son el
breve sueño
de una noche de verano.
©Alf Gauna, 2019