Caminamos por las calles de la ciudad,
no dejas de hablar y de hablar.
Hace fresco para ser agosto.
Ríes formando unas carcajadas kósmicas
que me atraen a la tierra del deseo.
Sueño con beber la saliva de tu boca
en busca de ese extraterrestre vírico que me lleve al silencio eterno.
El miedo en forma de llanero solitario enmascarado
me libra de la noche oscura de Brahma.
No escucho lo que dices, creo que a mi cuerpo no le importa.
Estoy contigo, eres mía por unos instantes.
Si, cuando despierto a mi cuerpo, el aroma posesivo de tener, renace.
Ser sin tener es la quimera del testigo que huye del sueño de existir.
Un ser sin existir que deja al universo huérfano de sentimientos.
En un absurdo “menàge á trois”, tu, yo y tu mente intentamos hacer el amor.
Comienza ese endiablado compromiso de quién llega primero a ver
la luz ciega de la nada.
Mi mente lucha por manifestarse y formar un cuadrado imposible ya de encajar.
No hay sitio en nuestro corazón para una orgía despiadada
de amor y de condicionamiento.
Por eso, cojo mi daga y
ejecuto sin piedad a esos dos convidados de piedra.
Libres, al fin,
nos besamos reconociendo la suavidad de nuestro labios.
Mágico momento donde el Kosmos siente el orgasmo divino de las Supernovas del Amor.
©Alf Gauna, 2020