Respiro el aire de la muerte
cincelado en la pupila de mis ojos.
Una extraña sensación de revolución interior
recorre mis entrañas.
Un espíritu que se apaga,
que muta en un renacimiento
incomprensible de eternas nostalgias.
No intento entender nada
en esta serie de grafísmos inconexos
de significantes absurdos.
Solo trato de describir la no sensación
de una nada toroidalmente vacia.
La eterna esperanza
agita mis alitas de colibrí kósmico
intentando cruzar
el océano de pasión
que me lleve a mi amada,
a mi extrañada Buenos Aires.
Quiero renacer en sus calles,
abrazar a sus gentes,
golpear a los del “Boca”,
atizar a los del “River”
desde mi corazón “merengue”.
Quemar dólares Yankies.
Acuñar pesos con la esfinge
de Maradona y de Messi
que se re-evalúen con sus botas de oro.
Besar a esos boludos
que psicoanalizan mi alma.
Quiero cabalgar la pampa infinita
e insatisfecha de
corralitos corruptos.
Retozar con las ballenas en Valdés
sincronía maternal divina.
Quiero asesinar a la Thatcher,
que Isabelita abofetee a Isabel II.
Quiero arder de frio
en mi soñada Ushuaia.
Un acto psicomágico
de inmolación que me libere
de esa pesada madre patria,
donde los poetas que profetizan
el apocalipsis biológico
mueren en el olvido.
Sí, por qué no,
quiero.
©Alf Gauna, 2020