El ritmo del eterno preludio,
baña las costas del sacrificio.
Falsas añoranzas desvelan
fluidas premoniciones
que colapsan en
azarosas realidades
físicas.
Entono fonéticas
asimétricas.
Esa asonante rima
dodecafónica que
destruye los sonetos
que a modo de madrigal
loa el vagabundo trovador.
Eternos juglares kósmicos
bufonean la
Corte del poder.
Ese collage surrealista
que alimenta mi alma
rebela mi cuerpo en
absurdos compases
mentales.
Un corazón amordazado
forcejea valeroso
en su empeño apocaliptico
de romper los grilletes
de las heridas kósmicas.
Escolios virtuales
que fantasean
con eternos deja vus.
La emanación sin palabras,
el continuum Uróboros,
ese sedicioso wormhole
donde
la nada del blackhole
se confunde en
el todo del whitehole.
Allí donde las plegarias
terrestres se funden
en los sonidos
del silencio de
Laniakea.
Esputos de estériles
neutrinos
que eyaculan los ovarios
despiertos a la trampa
de lo yang.
Ese momento donde
la bachata del Tao se diluye
en la esencia Yin.
Sí,
donde la materia ES
y
la energía
NO,
NO ES.
©Alf Gauna, 2021