Segado el dolor.
Llega el sosiego.
Extraño vacío
donde
la tristeza
baila
la melodía
de la melancolía.
La flauta mágica
entona,
melódica,
la Cavatina
de Vietnam.
Sueños
rotos de
guerras ajenas.
Silenciosos gritos
de napales
transgeneracionales
me envían
sus proclamas
con la estrella
de oriente.
Yo , cómo
mago
resucitado,
anoto
esos
eternos deseos
insatisfechos.
Jesús,
en su pesebre
de 9 centros,
regurgita
una María
Yin,
sin mácula,
y
un José
Yang,
trans.
A lo lejos,
en el Monte del
Olvido,
los romanos afilan
sus lanzas y
nivelan la cruz
a 19.5.
Pilatos
se lava las manos
con el gel
hidroalcohólico,
asesino
del absurdo
virus
del amor.
En el cielo,
el tornado
del espíritu,
revolotea
como
buitre
carroñero
de almas
perdidas.
Belcebú se
ahoga
en su propio
vómito
de lava.
Y Hari Seldon,
el dios del
divino
Programa,
optimiza
los algoritmos
amorales
de la emergencia.
En el otro extremo
de la galaxia
las ondas gravitacionales
de la carcajada
del Joker
arriban y resuenan
en la individualidad
de mi corazón.
La esperanza
asesina
de
algoritmos
homogeneizadores.
El amor
“per se”
sin elección.
©Alf Gauna, 2021