Mi cuerpo
ha nacido para
sentir.
Se muere sin tus
besos.
Se muere sin tus
desprecios.
La bioquímica
no tiene moral.
Somos
heroinómanos
de la pasión,
y del deseo.
No necesito ni
sapito
ni ayahuasca,
mi cuerpo se encarga
de desequilibrar
el flujo hormonal
para sentir.
Si me aclaro, muero.
No quiero saber.
No quiero entender.
El miedo es el asesino
de la emoción.
Que fluya el opio
de tus caricias,
la oxicodona
de tus azotes.
Quiero sentir
sin lógicas,
ni abstracciones.
El
recordar
me traerá
el deja vu
del dolor
y del placer
de lo no
vivido
en plenitud.
La plenitud
es una farsa.
Lo que falta
es lo que
realmente
me pone.
El fullness castra
la esencia emocional
de procrastinar
inconscientemente.
Ese arco iris inmoral
de insatisfacciones,
rabietas,
desilusiones
y amarguras
eternas que sueñan
con esa falsa ilusión
de la pacífica satisfacción
del éxito
del que
nunca consigue.
Quiero gritar lo
que mi rol siente,
esa realidad atemporal
inconexa
que suma
la bioquímica
del ayer,
del hoy
y del mañana.
©Alf Gauna, 2022