El cementerio de los elefantes

Desde niño los elefantes y las ballenas me han llamado la atención.

Cómo siempre mi afición a la fantástica, mezcla exploradora de aventura y de ciencia ficción, Verne y Asimov, sembraron la semilla del viaje final, la última calesa, el camino al descanso junto a otros compañeros de roles de género hacia la tierra santa de un cementerio común.

La Taylor se las ve y se las desea con el machito dueño de una plantación de Té en Ceilán cuyo caserón de altos muros fue construido en una senda de elefantes que la mitología africana asocia a un camino a su cementerio sagrado.

Rupert Sheldrake ya sugirió que el mito podía tener algo de verdad, siempre somos los mismos quienes estamos dispuestos a admitir la realidad de ciertos mitos, ya que algunos elefantes enfermos o desnutridos buscan instintivamente algún tipo de fuente acuosa con la esperanza de mejorar su condición. Muchos morían en el intento y por eso, se encontraban agrupaciones de esqueletos cerca de esas fuentes de agua, algo que los cazadores de marfil les ponían los dientes muy largos.

Los elefantes son muy tribales y llegan a acompañar y velar a sus cadáveres

Disney , cuando no despertaba princesas o ponía a la mujer de “chacha” cenicienta o de bruja manzanera, hacía alguna pelí interesante de aventuras. Recuerdo de niño la peli “La Isla de Fin del Mundo”, pero el recuerdo más intenso era observar a mi padre sentado en su potro diabético de tortura, que era su silla de ruedas, intentando rascar esa pierna que no tenía, verla una y otra vez poco antes de morir. Me miraba y sus ojos , me decían llévame allí. Poco después, lo cogía en mis brazos como un pajarito inconsciente, en coma diabético, y lo llevaba al hospital donde murió días después.

Los ojos de mi padre se refería a una escena cuando los aventureros desde su dirigible veían como un grupo de ballenas se dirigían a morir a un supuesto cementerio de ballenas sito cerca del polo norte.

En 1991 el Cristal de Personalidad de Sirio se encarnó en un árbolito milenario, un Tejo, allí por Suiza…era el camino de la futura muerte solar del yang yang. Sí, el Sol será el verdadero cementerio cuando el meteorito que la Nasa no logre desviar acabe con la biología humana.

La mitología resuena con la bioquímica emocional de la mutación.

En estos tiempos Yin, no esta mal recordar a “algunos hombres buenos”. Hombres condicionados a ser responsables, que llegados a una edad se les aparta cruelmente y solo les queda seguir esa Senda de los Elefantes hacía el cementerio del ostracismo.

El Diseño Humano hace hincapié sobre esa nueva etapa de vida que comienza a los 50. Allí donde los Centauros Quironeros, hombres y, por supuesto, mujeres, pueden renacer, floreciendo desde su propósito encarnado más profundo.

Mutemos ese mítico cementerio de marfil en un paraíso komunal de propósitos encarnados.

¿Alguien más se anima?

©Alf Gauna, 2022

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