Con 4 acordes
mi bioquímica
se dispara.
Mis dedos se
mueven
sin rumbo
consciente.
El dolor
modula
el sonido
de la música.
Inquietud
que a modo
de bruma
de supervivencia
física
atempera
el tsunami
de pasión
que me desborda
cada mañana.
Es un morboso
juego entre
bulbo raquídeo
y amigdala.
Entre inconsciencia
esplénica y emocional.
Esa foggy a lo King
que nubla la corteza
cerebral y confunde
al giro cingulado.
Mi cuerpo danza
solitario la
Mazurca
al tempo
del deseo,
la pasión y
la frustración.
Coctel amargo
donde la dopamina,
la oxitocina
y la serotonina
se diluye
por el torpe
barman
del cortisol.
La aceituna
de la creatividad
colorea
el anodino
martini seco
sin la compañía
de las chicas Bond.
Sí, James..
Bond.
©Alf Gauna, 2022