La gente
se enamora
en las redes.
Creamos un
personaje ficticio
al gusto
de nuestras mentes.
Una proyección
de todos
nuestros anhelos,
de todos
esos arquetipos
que soñamos
con la esperanza
de que curen
nuestras heridas.
Yo, en cambio,
necesito tocar.
Amo tocando.
Por eso,
no me gusta
que me toquen.
No me gusta que
me toquen
si no siento
que me aman.
No es cuestión
de distinguir
entre amantes
o amigos.
El amor
no distingue
de significados.
Tocando
hago el amor,
comunico,
transmito
mi ser
a ese fractal
del universo
al que pertenezco.
Ayer, necesitaba tocarte,
besarte,
abrigarme al calor
de tu carne,
eyacular al universo
que te reconozco
en mi vida.
Pero,
¿sabes?,
no estabas en tu cuerpo,
viajabas por el mundo
de la lógica,
de la estrategia
de comprender,
en ese universo onírico
de la mente,
en el trauma
del pasado,
en el shock
del futuro,
Mi cuerpo resignado,
sabio,
aceptó
tu ausencia
e inició
el eterno viaje
a ninguna parte,
sí, donde el silencio
escucha
aquello de:
“Sam,
pleeease!!!,
play it
once more time”.
© Alf Gauna, 2019