La hambre
convulsiona
mi cuerpo.
Hay un espacio
donde no hay
ni ser
ni no ser.
No, tampoco
hay dasein.
Da igual
si existes
aquí
o allí.
Es “la”
aunque
el rae
yang
le imponga
el
“el”.
Cómo célula
autista
interiorizo
impulsos
cognitivos
de anhelos,
de deseos,
de hambres
insatisfechas.
Memorias
no resueltas
de mitocondrias,
golgis
y membranas sordas
que despiertan
en lo onírico.
El afecto
de base
“cogniciona”
la fusión
olvidada
con el
agujero negro
de lo todo.
Materia oscura
de entropías
descontroladas.
Huid
malditos,
bailad
kósmicos
bastardos,
la melodiosa
melodía
del juego
de la
hambre
desposada
en flechas
bioquímicas.
Muerte
al ser,
larga vida
al eterno
sintiente,
avatar
del
ahora
por
siempre
jamás.
©Alf Gauna, 2023