Joker

Estoy cansado de fingir quién no soy.

Harto del otro.

Mama me ahoga en su cama.

Papa en forma de un Peter Pan con dientes de Capitán Garfio 

revoletea alrededor en busca de asesinar los grilletes de su libertad.

Me necesito, libre, para sentir el Joker que fluye dentro.

Esa sombra que baila desde chico en mi interior como pez en el agua.

Esa sombra que emerge en la superficie en algo 

amorfo, 

apático, 

autista.

Incluso, correcto.

Si, algo así como en una galaxia lejana que 

transciende la bioquímica de la vida para que

el otro viva su sueño.

Al integrar la sombra mis manos susurran al viento lazos de odio,

torbellinos de pasiones ocultas, 

agujeros negros de iras transgeneracionales.

La poesía oscura de la maldad convertida 

en una supernova de odio creativo 

que brilla al otro lado del agujero de gusano de la realidad.

Allí donde el otro muere.

Allí donde Mama y Papa se hacen mujer.

Allí donde el Joker entona 

el “mea culpa” de la liberación.

Allí donde la eternidad de la oscuridad 

nada en el vacío del amor.

Allí donde solo se escucha 

la carcajada desencajada 

del Joker…

© Alf Gauna, 2019

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