La vida me ha dado calabazas.
No hubo testigos.
Sólo miles de hadas y de duendes.
En un instante universal impreciso,
el tiempo se paro.
En un espacio concreto,
la culpa venció a la pasión.
El agujero negro del condicionamiento
engulló la luz de la supernova del amor.
No importa.
La batalla del miedo nunca
gana la guerra del amor.
La adoración siempre vence
a la mecánica cuántica del chisme.
El universo bendijo con su magia
el momento.
La soledad quizá vuelva pero,
un dios agradecido.
al fin,
sintió el arcoiris
del abrazo de
los besos olvidados.
©Alf Gauna, 2019