La extrañeza
apercibe
al testigo.
No,
no es un
“echar de menos”,
es de raro,
incluso de extraordinario.
Un silencio sepulcral,
celular.
No siento el cuerpo.
No siento el entorno.
Observo, sintiendo.
Una nada plena
que fluye en lo que
acontece.
Todas,
todos
están en mi.
No hay diferencia.
Instantes tonales
que emergen
muriendo
en un arcoiris vacío
de tiempo.
Un flujo continuo
de mutación.
El cambio en busca
de la novedad
sin fin.
Lo extraordinario
fenece en la ubicuidad
anodina del kosmos.
Se materializa en ese
vulgo tenue del ahora.
Esa función de onda
que colapsa
en la intención
mental
del instante.
La magia se rompe
al aroma de un pedo
redentor.
El verdadero
grito
del silencio.
El cuásar biológico
que informa
de ir a cagar.
Uno más,
de esos “precios”
que el universo
paga
para reconocerse.
© Alf Gauna, 2021
Asi es
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