Mirar como lo hago yo, es algo muy, muy especial.
Miró muy personalmente, sí, de manera narcisista.
La vida me ha permitido alejarme de la homogeneización lo que me abre la posibilidad de guiar desde nuevas perspectivas únicas y diferenciadas a aquellos que lo necesitan.
Claro, esa motivación que me lleva a ordenar el puzzle de las necesidades de los demás es posible una vez trascendida y satisfecha la jerarquía de las mías. Sí, esa pequeña trampa que muchos proyectores no son capaces de situar, pues al otro, desde el corazón cerrado, desde el niño herido, desde una vida de supervivencia, es imposible de guiar y , mucho menos, que ese otro te reconozca.
No, no hay ni tipo ni autoridad desde la sombra de la víctima.
La víctima se mueve desde el juego diabólico de la tensión física, la carga emocional o la ansiedad mental.
El genio desde la unicidad vibrante de su diferenciación.
Ese mirar especial, es más especial aún, desde la receptividad. Desde un cuerpo pasivo dispuesto a recibir sin inhibición latente toda la información que desde cualquier dimensión el otro emite. Con una mente dispuesta a mirar, periféricamente, y a conceptualizar, receptivamente, las temáticas definidas por los colores y tonos de personalidad con las resonancias experienciales de la diagonales de Marte.
Sí, ese Alf cuatro veces receptivo es muy especial. Y se muestra desde su don arquetípico para que te animes a descubrir lo especial que eres.
La mecánica superficial y cognitiva desde el don es una profesión. El producto que vendes eres tu y tu propósito, un camino de prosperidad y de servicio. El florecimiento armónico de tu encarnación.
Si estás leyendo esto, probablemente estés en el camino. Por favor, no abandones, observa y escucha, la vida te irá indicando. Sólo hay que fijarse en las serendipias y sincronías, la magia de los que son capaces de contemplar más allá de la causa y efecto de la linealidad temporal.
©Alf Gauna, 2021