El dodecafonismo y el expresionismo musical es a la armonía como el pesimismo kósmico al pensamiento positivo.
Estos austriacos, siempre hay una Escuela en Viena disruptiva de algo, me enamoran. De hecho una vez la vida me puso en el brete de emigrar. Querían que echara el Tarot “en pelotas” en algún cafetín vienés o en una taberna del Tirol. Pagaban , por lo visto, muy bien.
Sí, me encanta el café vienés.
El problema es que Austría es el corazón de Europa, realmente de la Eurasia de Orwell y mi No Ser Condicionado lo utilizó de excusa para seguir con mis responsabilidades o lealtades, según lo mires.

El pesimista kósmico Eugene Thacker nos da la misma perspectiva:
“El pesimismo es la forma más baja de filosofar, a menudo vilipendiada y desdeñada, meramente un síntoma de una mala actitud. Nadie necesita nunca el pesimismo de la manera en que uno necesita el optimismo para que le inspire a ganar grandes alturas, a ponerse en pie, de la manera en que uno necesita la crítica constructiva, el consejo y el reconocimiento, los libros edificantes o una palmadita en la espalda. Nadie necesita el pesimismo (si bien me gusta pensar en la idea de una autoayuda pesimista). Nadie necesita el pesimismo y, sin embargo, todo el mundo —sin excepciones— ha tenido en algún momento de su vida que afrontar el pesimismo si no como filosofía, entonces como una queja —contra sí mismo u otros, contra su propio entorno, su propia vida, contra el estado de las cosas, o el mundo en general—.
Hay escasa redención en el pesimismo, y ningún premio de consolación. A la postre, el pesimismo es una cautela de todo y de sí. El pesimismo es la forma filosófica del desencanto —desencanto como cántico, como mantra, como voz solitaria y monofónica que se torna insignificante ante la inmensidad que la envuelve—.”

¿Los pesimistas vestimos de negro?.
Maybe.
Me gusta la idea de autoayuda pesimista, quizá simplemente sea el realismo kósmico que transciende la vanidad antropomorfizante del bien y del mal.
Armonía y resonancia construyen pero, la disonancia, despierta y muta, empuja la emergencia. La revolución interior hacía el renacimiento.
La flecha de la evolución no distingue entre lo tonal y lo atonal. La arrogancia de dar sentido.
Resonancia y Disonancias.
Atracciones y Repulsiones.
Giro y Contragiro.
Materia y Espacio.
Politonía surrealista del imaginario preverbal.
nota: el chico de la foto de portada es Arnold Schönberg vienes fundador del dodecafonismo.
©Alf Gauna, 2022